BREVE HISTORIA DEL BANDONEÓN ALBERTO DI NARDO Y DIEGO A. RUIZ

 

 

BREVE HISTORIA DEL BANDONEÓN 


ALBERTO DI NARDO Y DIEGO A.RUIZ

 

        PRESENTACIÓN DEL CICLO BUENOS AIRES ALMA DE FUEYE

        MANZANA DE LAS LUCES AÑO 2004

        EN LA FOTO RODOLFO MEDEROS, ALBERTO DI NARDO, Y CARLA ALGERI

La mayoría de los musicólogos coinciden en identificar como antecedente del órgano a unartefacto que producía simples sonidos, un instrumento originario de China que constaba deuna calabaza con un orificio en el extremo de una pipa o boquilla y tres tubos de distinto tamaño por el otro. Con los dedos de la mano el ejecutante impedía o posibilitaba la salida del aire soplado por él, se utilizaba para acompañar pequeñas representaciones y se cree que se usaba ya alrededor del año 2700 antes de Cristo.

 El órgano, el aerófono mayor,  perfeccionado en el siglo el rey de los instrumentos era el amo de un feudo reducido: el templo.

Los feligreses lo reverenciaban asombrados de su majestuosidad; su sonido parecía elevarse realmente al cielo, o mejor, descender de él. Pero este monarca necesitaba un edificio para instalarse, sus tubos de varios metros  debían amurarse convenientemente y el ejecutante necesitaba de un espacio importante para el teclado y la pedalera. No era posible sacarlo al exterior, y  era útil solo en las “procesiones que iban por dentro”, de la iglesia claro, en los días de lluvia.

Entonces hace su aparición una serie de parientes más humildes: el aerófono portátil a fuelle, utilizado en las calles, en ceremonias religiosas ya en los siglos XVII y XVIII. Más humildes pero igual de familia noble.

La historia oficial (mitad real y mitad convención) le atribuyen la paternidad de la creación  bandoneón a un comerciante alemán llamado Heinrich Band que se dedicaba a vender instrumentos y partituras musicales. Así figura su inscripción en los registros de la  su ciudad : Krefeld.

Según dicha versión al carecer de dinero para fabricarlo, la producción fue asumida por una cooperativa llamada Union. Por derivación entonces de la conjunción del apellido del inventor y el nombre de los fabricantes que le dio su propia denominación: BAND UNION: Bandoneón.

Pero hay otras opiniones que cuentan por ejemplo que dicho señor nunca  fabricó ni hizo fabricar ningún instrumento.

De un trabajo de investigación realizado por Manuel Román en Alemania ( y difundido por Radio Colonia de ese país en 1985 y luego incluído en el libro “El bandoneón desde el tango” de Arturo Penón y Javier García Méndez (1) surgen otras precisiones:

1)Band era un comerciante sin empleados, no era fabricante.

2) En los archivos de la ciudad de Krefeld no hay constancias de una cooperativa con el nombre Union dedicada a la producción .

3) En 1850 Band publica en el Diario local la noticia de su nuevo invento (un derivado del acordeón), pero sin darle un nombre.

4) Recién en 1856 aparece por primera vez la palabra Bandonion.

5) Un comerciante de la misma localidad llamado Schmitz publica en el Anuario local ofreciendo “Accordio’s Koncertinko’s por algunos llamado Bandonions”. Para diferenciarlo del acordión y la concertina, parientes cercanos, se recurrió al nombre del difusor en la región: Band y el final de accordión: Onion.

6) Un tal C. Zimmermann, de Sajonia, presentó en la exposición Industrial de París de 1849 un instrumento creado por él sobre la base de la concertina de su coterraneo Carl Friedich Uhlig, al cual le modifico el formato: aumentó el número de voces y cambió el orden del teclado. Zimmermann le puso el nombre de la región Carfeld/Erzgebirge (Sajonia) y lo denominó Carfeld Konzertina. Este fue el artefacto conocido en Krefeld como Bandonion.

7) Band murió en 1860 y C.Zimmermann emigró a los Estados Unidos de Norteamérica, vendiendo su fábrica a Louis Arnold. Este fundó en 1864 la famosa fábrica de bandoneones, luego continuada por su hijo Alfred que en 1911 fundó la Alfred Arnold, la productora de los famosos  “Doble A”. Alfred muere en 1933 continuando su hijo la empresa familiar.


Lo cierto es que el perfeccionamiento se fue dando a través del tiempo y con el aporte de muchos músicos, comerciantes y fabricantes que fueron dando la forma que hoy conocemos al instrumento.

No se pueden dar conclusiones definitivas sobre el origen y aseverar un solo nombre para referirnos a su creador. Si está absolutamente probado que se utilizaba a fines del siglo XIX para la ejecución de música sacra danzas de salón (valses, gavotas, polcas, mazurcas, cuadrillas) y fragmentos de ópera. Fue adoptado por campesinos y mineros de la cuenca del Ruhr.

Está compuesto por dos cajas hexagonales con botones accionados con un fuelle entre ellas. En el interior de las mismas por acción del aire, vibran lengüetas metálicas. Un sistema de brazos y palancas permiten y bloquean alternativamente el ingreso o egreso del aire del instrumento.

Las distintas notas las logra el ejecutante presionando la botonera que a su vez acciona un brazo de madera que mueve una pieza que bloquea o facilita el paso del aire por unos orificios produciendo el sonido.

Existen cromáticos ( que emite la misma nota al abrir y cerrar el fuelle) y el acromático (que produce disonancias y asonancias en la apertura y el cierre), este último es el utilizado por los profesionales del tango.

La leyenda cuenta que un marinero alemán lo trajo al puerto que en ese tiempo  (1870) estaba en la Boca del Riachuelo. Esta versión es bastante difícil de demostrar históricamente dadas ciertas condiciones, a saber:

1)    No hay datos ciertos de dicho supuesto introductor.

2)     Es poco probable que se haya generalizado su uso tan rápidamente tanto geográfica como numéricamente.

 

Lo más probable es que grupos de inmigrantes lo hayan traído al país para sus oficios religiosos y sus bailes.

También existe la versión que el primer bandoneonista fue José Santa Cruz, que, según la especie, ejecutaba el instrumento par las tropas en los campamentos de la Guerra de la Triple Alianza y según otra, se lo compró al citado marinero alemán.

El tango en sus orígenes fue el producto del mestizaje entre la habanera, el tango andaluz, la milonga, el milongón y el ritmo de las coreografías bailadas por la comunidad africana del Río de la Plata.

Lo cierto es que José tocaba y su hijo Domingo fue el que lo incorporó al tango.

Hasta ese momento el tango era ejecutado generalmente por tríos integrados por guitarra –flauta - violín.

En algunos casos también mandolinas. Hacia los finales del siglo XIX va apareciendo frecuentemente en los conjuntos desplazando a la flauta.

El tango primitivo era una música alegre para bailar, casi superficial, sin densidad podría decirse, como si no se hubiera terminado de gestar; luego se le incorporaron sonoridades más hondas, y sin dudas el factor que logró ese cambio  fue la incorporación del piano y el bandoneón.

La primera voz del tango es la flauta y luego le sucedió el bandoneón, antes que la voz del cantante.

Domingo Santa Cruz nació en Buenos Aires el 20 de Diciembre de 1884. Fue uno de los primeros bandoneonistas y su repertorio estaba compuesto de pasodobles, polcas y tangos.

Compuso “Hernani”, “Pirovano” (dedicado a los practicantes del hospital del mismo nombre de Tres Arroyos, Provincia de Buenos Aires) y una polca “Amelia”. Pero su creación más conocida es Union Civica dedicada a la agrupación política impulsora de la revolución de 1890.

Llegó a tocar en Montevideo y nuestro medio en Radio Cultura y Nacional en la década del veinte. En 1931 con su hermano Juan que era pianista viajó a Tres Arroyos para presentarse en un lugar llamado “El Verde”. A su regreso y con salud muy deteriorada falleció el 5 de agosto de ese año.

El pionero al que se llamó “el decano de los fueyeros” (fue el primero en tocar un bandoneón de 71 voces en 1910 cuando generalmente tenían 53, y antes habían tenido 44), falleció injustamente olvidado y  en la pobreza.

En ese año del Centenario de la Revolución de Mayo podemos fijar uno de los momentos en que se populariza su inclusión en los tríos y cuartetos. Lo encontramos ya en los conjuntos de Juan Maglio “Pacho”, Genaro Espósito, Domingo Santa Cruz y Vicente Greco.

 Ya el principal destino de los bandoneones fabricados en Europa era Buenos Aires.

Hubo otros fabricantes como Mathias Hohner, que los fabricaba bajo la marca “Germania” y que también tenían gran calidad.

La dinastía de bandoneonistas que prohijó Buenos Aires es pródiga, cada uno aportó su genio para ir ampliando las posibilidades del instrumento en distintas etapas.

 

JUAN MAGLIO “PACHO”

Nació el 18 de Noviembre de 1880 en el barrio de Palermo y a los doce años su familia se muda a Boedo.

El padre tocaba la concertina de trece botones, llegó a tocar con Zambrano, uno de los primeros fueyeros.

“Pacho”, derivación de la forma en que lo llamaba su padre: Pazo” (loco en italiano), comenzó sus estudios con domingo Santa Cruz.

A los pocos meses ya lo encontramos tocando en el café El Vasco de Barracas y en uno ubicado en la calle Piedras y Estados Unidos.

Pero su consagración fue en el café La Paloma, ubicado donde hoy se cruzan la Avenida Juan B. Justo y la avenida Santa Fe. En esa época aún estaba el arroyo Maldonado a cielo abierto. La formación integraban  Bonanno en violín, Carlos Hernani Macchi en flauta y Luciano Ríos en guitarra. Es famosa la anécdota sobre los reclamos de los músicos al dueño del local por la invasión de ratas, provenientes seguramente del arroyo contiguo.

Tocó luego en el Café Gariboto.

Con su pianista Luis Suárez compraron el bar Ambos Mundos, pero fue un pésimo negocio que los obligó a regresar a su vida de músicos.

Emigró a Montevideo, debutando en el café Au Bon Marché en diciembre de 1915, actuación muy recordada por la enorme cantidad de público que quedó fuera del local.

Inolvidables fueron sus actuaciones en el Politeama de la calle Corrientes.

Era requerido también para animar reuniones en las mansiones de las familias acaudaladas de la época.

Compuso temas como “El zurdo”, “Armenonville”, “Un copetín”, “Cuasi nada”.

Animó las fiestas de carnaval del Excelsior, el Cervantes y el Pabellón de la Rosas.

Actuó con su orquesta dentro de las representaciones teatrales de la compañía Muiño-Alippi.

También fue autor teatral, se cuentan entre sus obras “El pájaro agorero”, “Don Padilla”, “Hojas al viento”, “Como tronco de espinillo”, “Cuando talla el corazón”

 

EDUARDO AROLAS

Lorenzo Arola, hijo de Margarita Saury y Enrique Arola nació en la calle Salta 3678 (hoy Vieytes 1048), Barracas, el 25 de febrero de 1892.

Si bien su oficio era el de dibujante, soñaba desde chico con dedicarse a la música. Ricardo González “Mochila”, un amigo, le enseño los rudimentos del bandoneón. Luego estudió con el maestro boquense José Bombig.

Se presentó en el Café La Turca de la calle Necochea; también en el TVO de la calle Montes de Oca, junto a Agustín Bardi y Tito Roccatagliata en el violín.

Actuó en el café Yacaré de Montevideo.

Es de destacar que Arolas no leía música, su intuición y oído moldeaban sus creaciones.

En 1912 actuó en el café La buseca de Avellaneda y en un café de Piedras y Cochabamba; asimismo en el café El estribo de la avenida Entre Ríos. Al año siguiente llegó a la calle Corrientes, llegó a tocar en el Armenonville con Roberto Firpo. En 1914 tocó en el cabaret Monmartre y en 1916 en el Botafogo y el Royal Pigall. Grabó solos de bandoneón entre los cuales estaba un vals de su autoría Arancetti, para el sello Odeón. Luego se presentó en 1917 en el café Apolo. En sus conjuntos tocaron Juan Carlos Cobián, Rafael Tuegols, Julios De caro, José María Risuti, Luis Berstein y Luis Ricciardi entre otros. Se presentó en el teatro Solís de Montevideo en los carnavales del año 1920, viaja a Europa en 1921 y al año siguiente regresa al Uruguay y en 1922 se embarcó en el vapor Lutetia y se instala definitivamente en París. En esa ciudad actuó en el Cabaret Parisién y el Ermitage.

Su afición a la bebida y  desordenada vida, llevaron a una prematura muerte al apodado “Tigre del bandoneón” el 21 de Setiembre de 1924 en el Hospital Bichat de París.

Dejó  120 obras  entre las cuales podemos citar “Derecho viejo”, “La guitarrita”, “Araca”, “Argañaraz”, “Catamarca”, “La cachila”, “Nariz”, “Adiós Buenos Aires”, “Fuegos artificiales”, “Come il faut” y “Lágrimas” y su primer tango “Una noche de garufa” nombre que utilizaría para su propio café en su juventud. León Benarós en su “Milonga para Arolas” escribió:

Si algún organito añejo

 Pasa por el arrabal

O alguien silba bien o mal

El tango Derecho viejo,

Nos estremece el pellejo

Su responso milonguero

Y un réquien arrabalero

Tirita en las calles solas:

Es que rezan por Arolas

Y hay que sacarse el sombrero.


PEDRO MAFFIA

Nació el 28 de Agosto de 1899 en Buenos Aires, cuando tenía doce años su padre lo llevó al café Garibotto de la calle San Luis y Avenida Pueyrredón a escuchar el conjunto de Juan Maglio “Pacho”, fue un rayo, una luz que lo atrapó inmediatamente. Empezó estudiando música con Rosa Schulten en el Conservatorio Williams de Flores.

El día de Reyes de 1912 sus padres le regalaron el bandoneón. Entonces comenzó a tomar clases con “Pepin” Piazza que tocaba en el café “La Morocha”.

De pantalón corto “El pibe” de Flores se presentaba ante el público; el guitarrista Justo Rodríguez  lo ayudó a presentarse en el biógrafo El Capuccino.

En 1914 integró el trío Ni más ni menos, al año siguiente se presentó como solista en Villa Crespo.

En 1917 en Punta Alta conoce a Roberto Firpo y comienza a tocar con él en teatros y grabaciones.

Formó un cuarteto con Julio De Caro, José María Rizzutti, José Rosito y actuaron en el café El Parque.

En 1920 se reintegra al conjunto de Firpo. Tres años más tarde tocó con Juan Carlos Cobián en el Abdullah Club, en esa formación estaba la base de lo que sería la escuela decareana: Maffia y Petrucelli en bandoneones, Ferrazano y De Caro en violines y Constanzo en contrabajo. En 1924 forma el famoso sexteto con Julio, Emilio y Francisco De Caro, Petrucelli y Ruperto Thompson.

Con su sexteto debutó  en 1926 en el café Colón: Vardaro, Puglisi, De Franco, Pugliese y De Lorenzo, grabaron para el sello Brunswick; para las grabaciones posteriores de esta formación incorporó el violoncello de Nerón A. Ferrazzano, luego formó su próxima agrupación con Antonio Robio, Eduardo Scalise, Gabriel Clausi y el nombrado Ferrazzano.

 

Fue el creador de “Pelele”, “Sentencia”, “La mariposa”, “Bandoneón”, “Te aconsejo que me olvides”, “Amurado”, “Arco Iris”, Tiny”, “Cuando volverás”, “Diablito”, “Ventarrón” (primer premio de un concurso realizado en el Teatro Colón en 1932),  y tantos otros. Perteneció al elenco de Radio Belgrano junto con grandes estrellas como Carlos Gardel, Ignacio Corsini, Francisco Canaro y Mercedes Simone.

En 1935 integró el conjunto transitorio “Los cinco ases Pebeco”, junto con Pedro Láurenz, Ciríaco Ortiz, Carlos Marcucci y Sebastián Piana.

Con su orquesta viajó a Chile. Intervino en las películas  “Tango”, “Canillita”, “Sombras porteñas”.

Tuvo su propio local nocturno: Montecarlo, donde se presentaba con su orquesta.

Luego se dedicó a la enseñanza y fue el primer maestro de bandoneón que tuvo el Conservatorio Manuel de Falla a partir de 1954.

Participó en el corto “Fueye querido” de Mauricio Berú. Falleció el 16 de octubre de 1967.

Por su deseo de superación, técnica e inspiración es considerado uno de los fundamentales maestros. Moderó la costumbre de las exageradas aperturas del fueye, tan habituales en los ejecutantes de entonces.

Fue el propulsor del estudio sistemático del instrumento.

Su estilo fue revolucionario y se lo consideró un verdadero poeta del bandoneón.

El tango es un proceso de evolución constante, no una pieza de museo.

Por la Ley número 366 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, y en homenaje al día del nacimiento de Aníbal Troilo, estableció el día 11 de julio de cada año como el “Día del Bandoneón”.

 Hoy la Ley del Tango de la ciudad (Nro. 130) dice en su artículo noveno: “El gobierno de la Ciudad procurará resguardar especialmente el patrimonio que representan los instrumentos musicales que pertenecieran a grandes intérpretes del tango. Se promoverá la preservación de bandoneones en la Ciudad y se estimulará su fabricación local”.

 Orfeo, hijo de Eagro y de la musa Calíope,  y según otros autores de Apolo y Clío,  que tuvo algunos problemas por rescatar a su  esposa  Eurídice, calmaba fieras con su música, seguramente tocaba su cítara porque aún no se conocía el bandoneón, quizás de haberlo  conocido y ejecutado, su final hubiera sido otro y las Bacantes embelesadas y nostálgicas no lo hubieran despedazado.


ALBERTO DI NARDO Y DIEGO A. RUIZ

 

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