ENTREVISTA AL POETA RUBÉN DERLIS

 


ENTREVISTA AL POETA RUBÉN DERLIS, 

UN “HOMO PORTEÑENSIS”


PERSONALIDAD DESTACADA DE LA CULTURA DE LA

 CIUDAD DE BUENOS AIRES




El día 5 de octubre 2015 la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires le otorgó la distinción de PERSONALIDAD DESTACADA DE LA CULTURA al poeta RUBÉN DERLIS.

Justo reconocimiento a toda una vida dedicada a la cultura en general y a la poesía en particular de un verdadero “porteño honoris causa”, según su propia definición.

 

¿En qué momento, cómo y por qué tu vida fue absorbida por la fuerza de gravedad del arte? Tengo entendido que primero fue la plástica y después la poesía.

-Así es: primero fueron las artes plásticas y luego la poesía y la literatura, y separo ambas disciplinas porque poesía y literatura son cosas distintas. En artes plásticas apenas llegué a segundo año y algunos meses más de tercero en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Manuel Belgrano”; luego  estuve unos dos años en el taller libre del pintor  Enzo Paronzini, que estaba en Hipólito Yrigoyen y Mármol. Allí descubrí  el color, y salí al paisaje con otros aprendices de pintores para hacer caballete al aire libre. Y aquí termina mi aventura plástica. 

 

El gran autor, director, actor y teórico ruso Konstantin Stanislavski decía que todo hombre lleva consigo la totalidad de su genio creador, y lo va derramando a través de la vida y a su vez la vida misma alimenta su genio creador. ¿Es así?

-Tal vez sea así, nunca me puse a pensarlo. Lo que sí creo que uno es un creador, o al menos trata de serlo, en todos los aspectos que aborda –con mayor o menor fortuna –, desde escribir un poema, manchar un lienzo,  plantar una prosa, hasta  encuadernar un libro, hacer un banquito, inventar  un juguete para su hijo –como me sucedió hace ya muchos años– o lo que queramos fabricar con nuestras manos, si en este hacer ponemos toda nuestra creatividad.

 

Es muy evidente en tu obra la preocupación por la cuestión social, siempre en una misma línea coherente. ¿Es una posición ética ante la realidad del momento histórico que te tocó vivir?

-La “preocupación por la cuestión social” como vos decís, nació en mi poesía a partir del breve poemario “Siete poemas verticales” (1963), aunque ya hay atisbo de esta preocupación en “Aries doce” (1961), e incluso en mi primer libro: “tonos neutros” (1959). Vengo de un hogar proletario: mi padre era panadero; mi madre, modista. Yo mismo pasé por diversos oficios desde edad temprana: zapatero  y gráfico, entre ellos; (el término “imprentero” me gusta más, pues siempre me moví en imprentas más que en talleres gráficos propiamente dichos. Lo de corrector, periodista, y hasta “hacedor” de diccionarios, fue mucho tiempo después. Hoy, ya jubilado de todos mis  oficios, sólo me he quedado con  la poesía, a la que entiendo como un oficio de la palabra, pues seguramente digo y comunico lo que otros hombres también sienten pero no puede expresar. Para redondear esta pregunta, te diré que en mi casa (mejor digamos: nuestra pieza de inquilinato) no había libros;  fueron llegando a medida que los descubría, y esto fue alrededor de mis ocho años. Así que entre Salgari, Conan Doyle y otros pergeñadores de aventuras, se colaron “ San Martín” (Larrán de Vere), “Safo” (Daudet), “Los dioses tienen sed” (France), “Educación para la muerte” (Ziemer) y otros títulos, todo bastante mezcladito, como se ve, que no eran para un chico de ocho años, pero que a mí me sirvieron, porque despertaron,  en cierto modo y desde distintos ángulos, esto de “lo social”, que más tarde fue una impronta en mi poesía. Por eso, cuando muchos años después descubro a Marx y a Engels, y  dejo que ellos me enseñen, todo  me resulta claro, lúcido, y dejo que me indiquen el camino, que aún hoy sigo recorriendo.  

 

Tu trabajo como “catalizador cultural”, alguien que produce procesos de creación que lo involucra a sí mismo y a los demás, es conocido: revistas especializadas, grupos culturales, surgió siempre como una necesidad personal. ¿Siempre fue así?

-Todo siempre nació en mí como una necesidad personal; muchas veces esta necesidad logré hacerla grupal, y los frutos cosechados de ella rindieron el doble, o mucho más, como las Ediciones Del Alto Sol, por ejemplo. A excepción de la poesía, que es un trabajo individual y en soledad, en todo lo demás me gusta trabajar en equipo.

 

¿Cuántos libros publicaste entre poesía y prosa?

-No lo sé exactamente, pero deben andar por los 40, sin contar las carpetas, los poemas ilustrados o las obras colectivas.

 

En otro orden de cosas, tu amor por la ciudad está siempre presente en tu obra desde tus comienzos.

-No puede ser de otro modo en un Homo porteñensis (que es el título de uno de mis libros, además) y en alguien que se autodefine como un porteño honoris causa, como siempre lo he dicho. No olvidar que nací en Chivilcoy, y que me trajeron a la Capital cuando tenía dos o tres años, aproximadamente. Por eso he llegado a pensar que el diploma que recibí de la Legislatura porteña como Personalidad Destacada de la Cultura, se debió en gran parte a este amor inclaudicable por Buenos Aires.


Vos sos un representante de la llamada “Generación del 60”, fundamental en la historia de nuestra cultura reciente. ¿Por qué fue tan importante ese movimiento estético?

-Porque no sólo fue un movimiento estético, fue más que eso: toda  una movida cultural mucho más compleja que involucró a todos los estamentos de la sociedad, desde lo social y lo políticos hasta las artes, la poesía y la literatura. Sería muy largo hablar de esto ahora. Lo que sí me parece, que los 60 son irrepetibles por todo lo que contuvo en su  cometido, como lo fue el Cordobazo o el Mayo francés, y no creo estar exagerando; cuando se lo estudie profundamente se verá cuán extensas eran sus raíces  y a qué distancia se extendieron sus ramas.   


¿Cuáles son tus próximos proyectos?

-Seguir sintiendo poesía, pensando algunas prosas acerca de la ciudad, y de ser posible, llevarlas al papel. De lo demás, los años que restan por vivir lo irán marcando.

 

 

ALBERTO DI NARDO

 

😁

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